Cuando leas esta carta ya no estaré aquí:
Sé que no es una forma muy original de empezar algo así, quién sabe, quizás un..."Bienhallado, hoy me he vuelto a reunir con los papeles y la melancolía, para empuñar mi pluma".
Hoy retorno a las sombras que me crearon, hoy retorno a la oscuridad como despertada de un letargo en la penumbra en el que no me vela la luna llena. Retorno a las palabras, aquéllas que amenazaban tormenta en mi mente, que nublaron de llanto mis ojos y que me traen tantos y tan amargos recuerdos.
Recuerdos imborrables, un recuerdo a olvidar por cada pensamiento; y en el borde de cada lágrima, el reflejo del alba, que al fin y al cabo no es más que la sombra de tu sonrisa, y un rayo de tus ojos la luz del sol, loca. Sí, tal vez sea eso, tal vez sólo me esté volviendo loca; quizás los locos seamos el resto del mundo, tan sólo envidiados por el lado oscuro de la luna! Sí, tal vez sólo me esté volviendo loca.
Lágrima de recuerdo, de amor, quizás de confesión, no sé, sobre mi vida acecha un enorme e inmenso interrogante. Lágrima entre lágrimas vertida sobre montones de amarillentas y roídas fotografías que me recuerdan todas y cada una de las losas sobre las que, juntos, caminamos antes de que todo esto acabara...
Sí, esto te gustaba, el romanticismo, y me es muy difícil escribir pero a pesar de ello, no puedo evitarlo; me pasa, con los sueños, no puedo evitarlos, sobre todo cuando te cruzas tú en ellos...
Pero el romanticismo no es más que la capacidad de sufrir por amor, la desgracia en su puro placer, la desgracia de morir por amor.
Podría definirte de muchas y muy variadas formas, eres como un puñal que se hunde en las entrañas de corazones ajenos, o como un veneno que fluye por venas desconocidas; en cualquier caso, eres mortal, eres como un bote de cianuro apetecible, como una ceguera, tal vez una enfermedad incurable...
Eres el orden que desordena a la mismísima locura, eres la parte vital de una ensoñación de muerte y aún y así muero por tu culpa.
Y aquellos miedos temidos se convirtieron en irrisorias tinieblas afanosas de atraparme en sus redes; al final consiguieron aquello en que tanto empeño pusieron. Y maldigo el día en que por vez primera sonreí, porque de inmediato supe que, tras la sonrisa, el llanto me acunaría entre sus brazos. En un futuro que ya es pasado, no lo supe determinar y los besos rozaban mis recuerdos, besos cálidos, perdidos y lejanos ya como la lluvia que me inspiró estas palabras.
El esfuerzo de luchar por salir adelante en una vida aferrada a los recuerdos se convirtió en encuentros, paseos cercanos a la costa, y alguna que otra pelea que eclipsaba tu imagen y me devolvía a mi recuerdo. Ese maldito romanticismo otra vez amargaba mis pensamientos hasta lo más hondo de mi ser, como las botellas que en mi estómago vaciaba.
Pero aquella noche el mar saltaba con furia, las estrellas no alumbraban y la luna oscurecía por momentos escondida bajo el manto nocturno, hasta que la tormenta estalló y bajo el trueno, resonó el eco de tus pasos, y el alcohol empezó de nuevo su camino habitual, pero estacionándose esta vez en mi cerebro; se acomodó en la sangre, y se divirtió enterneciendo mis sentimientos, avasallando a la lógica, e inundando de romanticismo mis pensamientos predicándoles ideas de suicidio...Nunca entonces hubiera creído que el alcohol, siendo inhumano, fuera tan cruel.
Luego encontraste este montón de hojas donde no hallarás explicación alguna, -ni tan siquiera un "tú no tuviste la culpa"- pensarás, qué voy a decir, sabes que no se me daba bien mentir. Y al lado ves mi cuerpo, manchas de escarlata, el corazón sin bombear, la sangre secándose en mis venas, los pulmones vacíos de aire, y mi aliento más allá del éter; un rictus insaciable, la escasez de calor; y todo por tu defecto, pero no, así ya nunca te marcharás de aquí, para siempre estarás preso en mi alma; y, mientras tus ojos se derramen, y mientras sigas borrando párrafos con tus añoradas lágrimas, descarrilas tu mirada en mí, pero mis labios quedan en silencio, inmóviles, sellados por el inmenso acantilado de la nada; y cuando te vas, una ráfaga de viento me trae tu fragancia de vida, y mis ojos, que viste nacer cuando por primera vez te observaron, dilatados ya, se encaprichan en sumergirte en sus deseos. Y se dan cuenta, apenados, de que la coraza de su retina les impide moverse, apresándolos y recordándome que estoy muerta.
dimarts, 11 de desembre del 2007
Esputo
Se levantó, confuso, con los miembros abotargados y sin tacto. Algo golpeteaba en sus sienes. Dio un par de pasos vacilantes y se aferró al marco de la puerta para no caer desvanecido. El dolor era excesivo. La visión, borrosa. Lentamente fue retornando a un estado más llevadero. Renqueó hacia el cuarto de baño mientras eructaba. Un barreño metálico con agua lo esperaba. Estaba sucia. Hundió sus manos en ella y se restregó la cara. Después, alcanzó una toalla que colgaba del grifo de la miserable ducha. Hacía ya demasiado tiempo que el barreño suplía sus funciones. La toalla estaba apelmazada y olía. También su aliento. Se enjugó el rostro y escupió en el barreño. El compacto y mugriento esputo se hundió pesadamente en el agua acompañado de un profundo sonido. Contempló con fascinación cómo se creaban ondas en la turbia superfície acuosa. De repente, su mirada topó con la imagen de otro ser. Era una imagen horrible, inmunda; una imagen que no quería reconocer como propia. Su asco y aversión hacia ella fueron instantáneos e infinitos. Con un iracundo y potente golpe del antebrazo precipitó el barreño contra el suelo. El recipiente, al rebotar sobre el enlosado, inundó con su estrépito metálico el repugnante bloque de viviendas. Por la ventana abierta penetraron los gritos viejos y roncos de una mujer. Era una voz quebrada por la ginebra, de no más de cuarenta años, que aparentaba por lo menos tener sesenta. El autor del estropicio sugirió a la mujer una acción en la que hacía partícipe a sus genitales, rubricando la frase con una clara alusión a la poco honrosa ocupación profesional que ésta ejercía todas las noches. La mujer calló. El hombre volvió a escupir. Tenía los pies mojados. Pensó en lo ridículo de su ser, de pie, semi-desnudo, con las plantas bañándose en agua sucia, el aliento pestilente, la mirada perdida, la mente maquinando insultos pobres y nada inteligentes. Estaba completamente sucio. Estaba sucio de la cabeza a los pies. Le hizo gracia este pensamiento. De la cabeza, a los pies...y se tiró de cabeza.
dijous, 29 de novembre del 2007
Narciso,
Siento el frío del banco de metal que me sostiene. Me alejo con el tren que lentamente vomita una espuma agria y caliente. El aroma de la desesperación va calando en mis huesos, que sólo aspiran a encontrar el sosiego en la oscuridad remota. Donde la luz no permita sombras ni destellos que reboten. La gente, gris y alienada, mira. Me mira y me señala con sus dedos, delatándome. Me roen recuerdos que queman mi dignidad. O quizás ya ni la destruyen, porque se extinguió con mis súplicas. Sembrar en el corazón la semilla de la humillación, si es por amor, debe ser maravilloso, pues la correspondencia del amado riega la tierra seca del amante y nace un árbol frondoso y fértil. Porque las penas y la desesperación de la sequedad del crudo invierno se diluyen ante la llegada húmeda y copiosa de la primavera que trae lluvias de afecto. Y florecen triunfantes los pechos de los amantes.
Pero tu frío ha resecado mi arena. Has hecho que se haya consumido en vano mi entrega. Ahora, ya sólo puedo irme lejos, en busca de un cobijo para mis enjutos sueños. Lejos del objeto de mi perdición. Lejos de ti. Pero mi voz seguirá repitiendo tus duras respuestas. Roeré tus oídos haciéndote prisionero de tus propias dudas. Conseguiste mi destrucción dedicándote palabras amables. Sólo a ti, sólo contigo. Siempre ocupado en cuestionar tu armonía. El único centro de tu persona eras tú mismo: tus formas, tu aroma, tu tacto, tu voz... Tu imagen derrotó las delicias que yo te ofrecía, las pisoteó. Nada me queda, nada. Sólo una voz que se lanza al vacío. Era la música lo que nos acercaba. Fue obsesión lo que aisló. Y es mi derrota lo que me arrastra ahora.
Pero, aunque me he rendido, después de haber perdido, te he dejado un tormento tortu-ra de amor. Porque fue mi voz grave y mi timbre profundo lo que bailabas en tu escena en el momento en que los espejos te mostraron tu belleza endemoniada, que me enloquecía. Y, escuchando mi canto, enloqueciste, vencido también por tu belleza. La causa de mi martirio fue tu amor egoísta, enfermizo.
La única prenda de venganza que te he dejado antes de partir, es el reflejo indefinido de mi voz. Repetiré con el mismo tono cada lamento cegado que escupas. Tú no ves la realidad sólo persigues reflejos. Yo perseguiré tus palabras ímpias manchadas por la atracción de tus líneas. Yo seguiré repitiendo tus preguntas, y las haré perpetuas ahogándote el silencio. Mientras tú sigues en tu sala, bailando. Con una clase y un estilo afectados. Fijado en el frío cristal. En un llano cristal. En simple cristal.
Desaparezco. Mis huesos espolvoreados por el viento del desprecio se pierden por las grietas del olvido. Fisuras sin fondo abiertas por tus burlas y tus rechazos cortantes. Pero mientras me confundo con la tierra en las entrañas del mundo feliz que me has prohibido, puedo oír. Oírte. Oír mi propia voz repitiendo tu llanto. Redobla absoluto mi sonido, agudo y definitivo. Reproduce mi tono el preludio de tu fin, duplicando el sufrimiento que sientes. Perpetuando la angustia que te invade al descubrir que tu afilada imagen se desmenuza, que trizas de tu fiel reflejo cristalino cortan tus ideales, te arrebatan la vida. Puedo oír tu último adiós. Te arrepientes ahora de haber saltado hacia tu único deseo, confinado a no alcanzarte. Has osado arremeter con pasión el cuerpo que te sedujo, rompiendo el eje que te igualaba a él, a tu visión perfecta. Frívola, incorpórea, inaccesible.
Ya se clava mi vacío en la nada, retorna una y otra vez la prueba de tu fracaso, de tu perdición maldita. Se han cumplido los temores, los presagios de tus padres. Sólo perdura mi venganza inútil que resuena acompasando nuestras muertes.
Pero tu frío ha resecado mi arena. Has hecho que se haya consumido en vano mi entrega. Ahora, ya sólo puedo irme lejos, en busca de un cobijo para mis enjutos sueños. Lejos del objeto de mi perdición. Lejos de ti. Pero mi voz seguirá repitiendo tus duras respuestas. Roeré tus oídos haciéndote prisionero de tus propias dudas. Conseguiste mi destrucción dedicándote palabras amables. Sólo a ti, sólo contigo. Siempre ocupado en cuestionar tu armonía. El único centro de tu persona eras tú mismo: tus formas, tu aroma, tu tacto, tu voz... Tu imagen derrotó las delicias que yo te ofrecía, las pisoteó. Nada me queda, nada. Sólo una voz que se lanza al vacío. Era la música lo que nos acercaba. Fue obsesión lo que aisló. Y es mi derrota lo que me arrastra ahora.
Pero, aunque me he rendido, después de haber perdido, te he dejado un tormento tortu-ra de amor. Porque fue mi voz grave y mi timbre profundo lo que bailabas en tu escena en el momento en que los espejos te mostraron tu belleza endemoniada, que me enloquecía. Y, escuchando mi canto, enloqueciste, vencido también por tu belleza. La causa de mi martirio fue tu amor egoísta, enfermizo.
La única prenda de venganza que te he dejado antes de partir, es el reflejo indefinido de mi voz. Repetiré con el mismo tono cada lamento cegado que escupas. Tú no ves la realidad sólo persigues reflejos. Yo perseguiré tus palabras ímpias manchadas por la atracción de tus líneas. Yo seguiré repitiendo tus preguntas, y las haré perpetuas ahogándote el silencio. Mientras tú sigues en tu sala, bailando. Con una clase y un estilo afectados. Fijado en el frío cristal. En un llano cristal. En simple cristal.
Desaparezco. Mis huesos espolvoreados por el viento del desprecio se pierden por las grietas del olvido. Fisuras sin fondo abiertas por tus burlas y tus rechazos cortantes. Pero mientras me confundo con la tierra en las entrañas del mundo feliz que me has prohibido, puedo oír. Oírte. Oír mi propia voz repitiendo tu llanto. Redobla absoluto mi sonido, agudo y definitivo. Reproduce mi tono el preludio de tu fin, duplicando el sufrimiento que sientes. Perpetuando la angustia que te invade al descubrir que tu afilada imagen se desmenuza, que trizas de tu fiel reflejo cristalino cortan tus ideales, te arrebatan la vida. Puedo oír tu último adiós. Te arrepientes ahora de haber saltado hacia tu único deseo, confinado a no alcanzarte. Has osado arremeter con pasión el cuerpo que te sedujo, rompiendo el eje que te igualaba a él, a tu visión perfecta. Frívola, incorpórea, inaccesible.
Ya se clava mi vacío en la nada, retorna una y otra vez la prueba de tu fracaso, de tu perdición maldita. Se han cumplido los temores, los presagios de tus padres. Sólo perdura mi venganza inútil que resuena acompasando nuestras muertes.
dimarts, 27 de novembre del 2007
La persistencia de la memoria
Creo que fue por culpa de la persistencia de la memoria el hecho de que los relojes derretidos anulen mis horas.
Mientras observo las imágenes suscitadas por una libre asociación de ideas, no entra en mí ni Dalí, ni su mito, ni tan siquiera el genio que lo creó. Puedo desconocer totalmente la teoría "paranoica-crítica", los estilos minuciosos y los realistas; y sin embargo sentir que yo me fundo progresivamente con los relojes, que olvido a pesar de una persistente memoria y que empiezo a prescindir de un título, de un autor, y de una fecha. No es un mero contacto sensible con un lienzo, sino que me integro en algo que ni siquiera entiendo. ¿Paradógico y extraño?. No lo creas; es un pasaje de los más cotidianos que he podido vivir; cada día me integro en una sociedad que no entiendo y vivo en un cuerpo que, dado que tampoco entiendo, transformo según mi razón e incluso a veces según mi pasión. Es en esos momentos cuando logro aislarme de todo cuando envidio esa capacidad de disolución y deformación de los objetos, y es entonces cuando me enfrento a las figuras geométricas y a ese substratum que me recuerdan que mi vida es tiempo y espacio, y de éso únicamente puedo olvidarme en sueños. Quizás cuando mi vida ya no sea vida no seré tampoco espacio y tiempo, pero hasta entonces seguiré creyendo en ti.
Mientras observo las imágenes suscitadas por una libre asociación de ideas, no entra en mí ni Dalí, ni su mito, ni tan siquiera el genio que lo creó. Puedo desconocer totalmente la teoría "paranoica-crítica", los estilos minuciosos y los realistas; y sin embargo sentir que yo me fundo progresivamente con los relojes, que olvido a pesar de una persistente memoria y que empiezo a prescindir de un título, de un autor, y de una fecha. No es un mero contacto sensible con un lienzo, sino que me integro en algo que ni siquiera entiendo. ¿Paradógico y extraño?. No lo creas; es un pasaje de los más cotidianos que he podido vivir; cada día me integro en una sociedad que no entiendo y vivo en un cuerpo que, dado que tampoco entiendo, transformo según mi razón e incluso a veces según mi pasión. Es en esos momentos cuando logro aislarme de todo cuando envidio esa capacidad de disolución y deformación de los objetos, y es entonces cuando me enfrento a las figuras geométricas y a ese substratum que me recuerdan que mi vida es tiempo y espacio, y de éso únicamente puedo olvidarme en sueños. Quizás cuando mi vida ya no sea vida no seré tampoco espacio y tiempo, pero hasta entonces seguiré creyendo en ti.
dilluns, 26 de novembre del 2007
Diabetes
Miro la luz ámbar, pesada, sofocante, de una farola en la noche. El intenso mirar me ciega y me deforma la realidad hasta convertirla en un destello amarillo. El atolondramiento en que estaba sumido mi cuerpo se convierte en cansancio y las ideas se agolpan en mi cabeza. Absorta en mis pensamientos en un bordillo cualquiera, de una acera cualquiera, de una calle cualquiera,esa maldita luz amarilla comienza a invadirme y a inundarme de desaliento y desánimo. Como un día de lluvia, o una tarde de domingo sóla, un callejón teñido de ocre me provoca una angustia desgarradora. Veo a mis compañeros riéndose: "Mírala se ha quedado atontada, lo que se habrá metido". Están tan bebidos que no recuerdan mi condenada diabetes. Como desearía ser un Baco inconsciente, que sin preocuparse de por qué y para qué, se limitara a vivir.
Quiero dejarme arrastrar por la ebriedad, quiero olvidar el sin sentido de la vida, mis contradicciones, mi insignificancia, quiero olvidar que estoy aquí y yo no lo he decidido. Pero no puedo. Entre las risas, las bromas y los empujones siento la soledad como se siente el frío, calándome en los huesos. Sola entre la multitud. Encerrada en mis pensamientos. La diversión, el amor, la música, la amistad me cobijan ante la negra tormenta que es sentirse viva. Pero tumbada en la cama con los ojos en blanco o sentada ante una farola, mis oscuras ideas me atrapan desprevenida y me torturan. Entonces cojo un papel que, tácito, escucha mis gritos, mis ruegos y mis lloros. Mi desconsuelo y mi dolor son la semilla necesaria para crear. El arte surge de la tragedia y el sufrimiento. Escribir me rescata de mi misma, me obliga a mover la mano, me devuelve a la actividad y me libera del desamparo de las ideas. Es la magia de las palabras.
Quiero dejarme arrastrar por la ebriedad, quiero olvidar el sin sentido de la vida, mis contradicciones, mi insignificancia, quiero olvidar que estoy aquí y yo no lo he decidido. Pero no puedo. Entre las risas, las bromas y los empujones siento la soledad como se siente el frío, calándome en los huesos. Sola entre la multitud. Encerrada en mis pensamientos. La diversión, el amor, la música, la amistad me cobijan ante la negra tormenta que es sentirse viva. Pero tumbada en la cama con los ojos en blanco o sentada ante una farola, mis oscuras ideas me atrapan desprevenida y me torturan. Entonces cojo un papel que, tácito, escucha mis gritos, mis ruegos y mis lloros. Mi desconsuelo y mi dolor son la semilla necesaria para crear. El arte surge de la tragedia y el sufrimiento. Escribir me rescata de mi misma, me obliga a mover la mano, me devuelve a la actividad y me libera del desamparo de las ideas. Es la magia de las palabras.
dimecres, 21 de novembre del 2007
Oda
Voy sabiendo algo de ti que me complace. Cuándo te da la gana ríes como un torrente. Rehúsas la tristeza, pero valoras la melancolía. Amas a quien te ama y no es culpa tuya, eres como eres. Recuerdas bien el sabor de lo bello, lo bueno, lo tierno y lo inocente y recoges las fresas salvajes del camino antes de que las aplaste la bota del tiempo que se escurre. Amas las cosas grandes y las pequeñas: al sol y a los niños.
Tus ojos brillan, tu deseo titila, tu fantasía tiene alas y alargas las noches de los sábados en vigilias de música y besos. De tarde en tarde te confiesas a otro corazón que te comprende.
Defines la libertad como la posibilidad de hacer lo que te gusta y sacas la lengua a la hipocresía y a las palabras carentes de sentido. Te miras al espejo y te encuentras digna de tu propia amistad. Prefieres desgastarte a enmohecerte, y éso me gusta. Admiro también la dispersión generosa de tus encantos y el ímpetu que asoma a tus ojos cuando te irritas. Eres gloriosamente ilógica y caprichosamente contradictoria, como la vida.
Ahora dame la mano, ya lo sabes, te quiero.
Tus ojos brillan, tu deseo titila, tu fantasía tiene alas y alargas las noches de los sábados en vigilias de música y besos. De tarde en tarde te confiesas a otro corazón que te comprende.
Defines la libertad como la posibilidad de hacer lo que te gusta y sacas la lengua a la hipocresía y a las palabras carentes de sentido. Te miras al espejo y te encuentras digna de tu propia amistad. Prefieres desgastarte a enmohecerte, y éso me gusta. Admiro también la dispersión generosa de tus encantos y el ímpetu que asoma a tus ojos cuando te irritas. Eres gloriosamente ilógica y caprichosamente contradictoria, como la vida.
Ahora dame la mano, ya lo sabes, te quiero.
dimecres, 14 de novembre del 2007
Con el tiempo
Tal vez fue una coincidencia, un azar loco e impredecible que les llevó a encontrarse esa tarde en el parque. Quizás no. Lo cierto es que, tras doce años, la vió, sentada distraída en una terraza, mirando con la vista perdida en el horizonte. Se saludaron calurosamente. El tiempo, como un viento suave pero constante, les había cambiado, y cruzaron sonrisas de complicidad, entre tímidas y felices, viéndose familiares a la vez que tan distintos.
Pasaron las horas fugazmente, paseando juntos, riendo, recordando anécdotas, bromas, penas y alegrías compartidas en el pasado. Disfrutaron de la compañía mutua, hablando de viejas historias de profesores y riñas, de risas y sinsabores, de luces y sombras. El recuerdo, la nostalgia, dormía pero no moría, y se sorprendían mutuamente desenterrando del baldío que es la memoria sueños y sonrisas que sólo la compañía consiguió encontrar. Las anécdotas gustaban por la complicidad, por el gozo de una bufonada compartida que el tiempo había conseguido suavizar.
Se vieron uno y otro, años ha, juntos, risueños, con una amistad y admiración mutua que habían llamado enamoramiento. Al primer comentario, él se sonrojaba, entre la vergüenza de un error infantil y la ilusión por un sentimiento pasado, mientras ella reía, divertida rememorando situaciones vividas hacía doce años. Estuvieron un rato mirándose, en silencio, mientras el día empezaba a declinar, como tratando de ver, de explorar los pensamientos del otro. Sonrieron tímidamente, sabiendo lo que cada uno trataba de hacer. Finalmente, ella se giró, y con una carcajada infantil, lo tomó de la mano y echó a correr hacia el tiovivo.
Subieron juntos, ella aún riendo, él en silencio, mirada perdida, sonrisa triste. Siguieron hablando al rato, melancólico él, sorprendida ella del cambio. No reconocía entre las nieblas de su memoria haberlo visto nunca así. Entre el giro y la música animada de la feria, una duda cruzó su mente, para alejarse rápidamente.
Al rato continuaron, ya más tranquilos, él aún sumido en un mar de dudas, ella todavía risueña, como si su recuerdo se negara a aceptar el paso del tiempo. Doce años de memoria anclada en el tiempo, en la nostalgia de un viejo amigo idealizado, eran demasiados para comprender que el tiempo, firme, lenta, pausadamente, había cambiado el carácter y la vida de ambos.
Cuando sentados frente a frente en una terraza medio vacía de la feria, él explicó, con voz lenta, calmada, lo que ella temía, giró la cabeza lejos, hacia un tiempo que no regresaría. Continuó hablando, voz profunda, humilde, serena, sobre tiempos pasados, sobre vivencias de dos personas que habían cambiado, sobre dos mundos distintos, lejanos y cercanos a la vez, pero que ya no volverían. Tiempos lejanos ya. Él se levantó, gesto cansino, voz pausada, mirada comprensiva, mientras ella quedaba sentada, con gesto ausente, triste y resignado, mirando lejos, no sin nostalgia, a dos personas que no se volverían a ver más. Se despidieron en silencio, agradecidos pero tristes, con una mirada fugaz, corta pero llena de sentido. Después se giraron, mientras la música repetitiva y machacona de la feria les dolía tanto como lo hacía el recuerdo.
Pasaron las horas fugazmente, paseando juntos, riendo, recordando anécdotas, bromas, penas y alegrías compartidas en el pasado. Disfrutaron de la compañía mutua, hablando de viejas historias de profesores y riñas, de risas y sinsabores, de luces y sombras. El recuerdo, la nostalgia, dormía pero no moría, y se sorprendían mutuamente desenterrando del baldío que es la memoria sueños y sonrisas que sólo la compañía consiguió encontrar. Las anécdotas gustaban por la complicidad, por el gozo de una bufonada compartida que el tiempo había conseguido suavizar.
Se vieron uno y otro, años ha, juntos, risueños, con una amistad y admiración mutua que habían llamado enamoramiento. Al primer comentario, él se sonrojaba, entre la vergüenza de un error infantil y la ilusión por un sentimiento pasado, mientras ella reía, divertida rememorando situaciones vividas hacía doce años. Estuvieron un rato mirándose, en silencio, mientras el día empezaba a declinar, como tratando de ver, de explorar los pensamientos del otro. Sonrieron tímidamente, sabiendo lo que cada uno trataba de hacer. Finalmente, ella se giró, y con una carcajada infantil, lo tomó de la mano y echó a correr hacia el tiovivo.
Subieron juntos, ella aún riendo, él en silencio, mirada perdida, sonrisa triste. Siguieron hablando al rato, melancólico él, sorprendida ella del cambio. No reconocía entre las nieblas de su memoria haberlo visto nunca así. Entre el giro y la música animada de la feria, una duda cruzó su mente, para alejarse rápidamente.
Al rato continuaron, ya más tranquilos, él aún sumido en un mar de dudas, ella todavía risueña, como si su recuerdo se negara a aceptar el paso del tiempo. Doce años de memoria anclada en el tiempo, en la nostalgia de un viejo amigo idealizado, eran demasiados para comprender que el tiempo, firme, lenta, pausadamente, había cambiado el carácter y la vida de ambos.
Cuando sentados frente a frente en una terraza medio vacía de la feria, él explicó, con voz lenta, calmada, lo que ella temía, giró la cabeza lejos, hacia un tiempo que no regresaría. Continuó hablando, voz profunda, humilde, serena, sobre tiempos pasados, sobre vivencias de dos personas que habían cambiado, sobre dos mundos distintos, lejanos y cercanos a la vez, pero que ya no volverían. Tiempos lejanos ya. Él se levantó, gesto cansino, voz pausada, mirada comprensiva, mientras ella quedaba sentada, con gesto ausente, triste y resignado, mirando lejos, no sin nostalgia, a dos personas que no se volverían a ver más. Se despidieron en silencio, agradecidos pero tristes, con una mirada fugaz, corta pero llena de sentido. Después se giraron, mientras la música repetitiva y machacona de la feria les dolía tanto como lo hacía el recuerdo.
divendres, 9 de novembre del 2007
Si la música bailase...
Si la música bailase al compás de los vientos
y se balanceasen las ramas acariciando los sonidos;
si las olas murmurasen infinitos cuentos
entre vientos, ramas y olas, silenciosos serían los ruidos.
Si la niebla huyera despejando la sombra eterna
y la luz iluminase las verdades contadas;
si las dudas muriesen vencidas por la certeza
entre sombra y verdades, transparentes serían las miradas.
Si los cuentos llenasen de infancia nuestros oídos
y la inocencia tapase las grietas de las palabras;
si los ojos brillasen reflejo del sentimiento
entre cuentos y brillos, bondadosas serían las almas.
Pero si no callan los ruidos y son turbias las miradas,
y se tambalean las verdades en otro tiempo afirmadas
¿es la luna quién perfila la noche
o es tán sólo una mentira endulzada?
y se balanceasen las ramas acariciando los sonidos;
si las olas murmurasen infinitos cuentos
entre vientos, ramas y olas, silenciosos serían los ruidos.
Si la niebla huyera despejando la sombra eterna
y la luz iluminase las verdades contadas;
si las dudas muriesen vencidas por la certeza
entre sombra y verdades, transparentes serían las miradas.
Si los cuentos llenasen de infancia nuestros oídos
y la inocencia tapase las grietas de las palabras;
si los ojos brillasen reflejo del sentimiento
entre cuentos y brillos, bondadosas serían las almas.
Pero si no callan los ruidos y son turbias las miradas,
y se tambalean las verdades en otro tiempo afirmadas
¿es la luna quién perfila la noche
o es tán sólo una mentira endulzada?
dijous, 8 de novembre del 2007
Grey's Anatomy
"I could promise to hold you, and to cherish you. I could promise to be there, in sickness and in health. I could say 'til death do us part, but I won't. Those vows are for optimistic couples, the ones full of hope. I do not stand here on my wedding day optimistic or full of hope. I am not optimistic, I am not hopeful. I am sure. I am steady. And I know I am a heart man, take them apart, put them back together. I hold them in my hands. I am a heart man. So this, I am sure.
You are my partner, my lover, my very best friend. My heart, my heart, beats for you. And on this day, the day of our wedding, I promise you this. I promise you to lay my heart in the palm of your hands. I promise you...me".
You are my partner, my lover, my very best friend. My heart, my heart, beats for you. And on this day, the day of our wedding, I promise you this. I promise you to lay my heart in the palm of your hands. I promise you...me".
dimarts, 6 de novembre del 2007
Tras la soledad serena...
Las luces de la gran ciudad brillaban lejos, astros tenues de un mundo de sueños, mientras la luna iluminaba las olas de un mar plácido y cansino. La noche era fría y solitaria en la habitación del melancólico poeta de odas tristes, que escribía con gesto complacido al lado de su ventana. Una música suave se deslizaba desde el viejo transistor, sus manos moviéndose con calma por el raído teclado, su eterna sonrisa lánguida, sus ojos entre vivaces y apagados, dudando entre la alegría y la pena.
Pensativo, soñador, como un romántico que recita poemas ampulosamente vacíos, jugando a ser Dios en un escrito, retocando, corrigiendo, gozando de su pequeña y efímera creación, se gira y vuela sobre la luz de la luna hacia el horizonte. Murmura, tímido, dos palabras y un recuerdo, y continúa en su pequeño mundo, obcecado por rozar una huidiza perfección. Sus manos siguen vagando, lentas, serenas, formando ideas, frases y sueños al son de viejas baladas, quizás sombras de un pasado. El autor, ya satisfecho, finaliza con una sonrisa, y lee, complacido, las reglas de su propio juego.
Cansado, el poeta se levanta orgulloso, feliz con su mundo etéreo.
Mientras él, tranquilo en su noche fría y solitaria, se aleja del papel, dejando su obra tras la magia de unas letras, otra obra mayor continúa lejos, más allá de su habitación y de su soledad serena. Una obra que el poeta mira y admira, llorando cuando toca y riendo cuando puede; sin embargo, a pesar de las gracias, de los sollozos y las muertes, el pobre hombre la maldice, porque ni la controla ni la comprende. Sus versos quizás no son más que sueños, argumentos que él espera y no siente, esperanzas sin sentido de un mundo que no entiende.
Tras la soledad serena y la tenue y lánguida música, el poeta llora en silencio, autor de sus propias lágrimas.
Pensativo, soñador, como un romántico que recita poemas ampulosamente vacíos, jugando a ser Dios en un escrito, retocando, corrigiendo, gozando de su pequeña y efímera creación, se gira y vuela sobre la luz de la luna hacia el horizonte. Murmura, tímido, dos palabras y un recuerdo, y continúa en su pequeño mundo, obcecado por rozar una huidiza perfección. Sus manos siguen vagando, lentas, serenas, formando ideas, frases y sueños al son de viejas baladas, quizás sombras de un pasado. El autor, ya satisfecho, finaliza con una sonrisa, y lee, complacido, las reglas de su propio juego.
Cansado, el poeta se levanta orgulloso, feliz con su mundo etéreo.
Mientras él, tranquilo en su noche fría y solitaria, se aleja del papel, dejando su obra tras la magia de unas letras, otra obra mayor continúa lejos, más allá de su habitación y de su soledad serena. Una obra que el poeta mira y admira, llorando cuando toca y riendo cuando puede; sin embargo, a pesar de las gracias, de los sollozos y las muertes, el pobre hombre la maldice, porque ni la controla ni la comprende. Sus versos quizás no son más que sueños, argumentos que él espera y no siente, esperanzas sin sentido de un mundo que no entiende.
Tras la soledad serena y la tenue y lánguida música, el poeta llora en silencio, autor de sus propias lágrimas.
dijous, 1 de novembre del 2007
Avui, actualitza la germana petita! :)
Esta es la historia de una joven. Ella era una chica alegre, divertida, dulce y siempre tenía sonrisas, abrazos y besos para compartir. Su madre decía que era como un ángel, pues igual que toda su familia, la quería muchísimo. Tenía todo su apoyo en todas sus decisiones y siempre, siempre, estaban a su lado. No le sobraban los amigos, pero tampoco le faltaban. No quería amigos pasajeros, decía que prefería invertir el tiempo en poca gente y dedicarse a aprender a quererlos tanto como pudiese durante toda la vida, antes que tener a muchos conocidos pero nadie con quien compartir sentimientos aficiones, risas, lágrimas y en definitiva, una amistad, un mundo. Todos ellos se marcharían con el tiempo y la olvidarían, y ¿con qué se quedaría ella al final? ¿Con el recuerdo? No le parecía suficiente. Ella quería más: verdaderos amigos que no la olvidaran nunca. Sí, era ambiciosa, pero también ingenua e inocente, y eso la llevó a tomar la más importante de todas las decisiones que había tomado en su vida.
Esta es la historia de una joven que aunque no se valoraba lo suficiente, los demás lo hacían por ella y esperaban mucho –quizás demasiado- de su parte. Atenta, escuchaba las preocupaciones de cualquiera que necesitara ser escuchado y conseguía dibujarle una sonrisa con bastante facilidad. Sabía de antemano que no era perfecta ni mucho menos, pero conseguir la sonrisa de alguien hacía que se sintiese especial.
Esta es la historia de una joven que nunca se gustó a si misma, pero sabía que las personas que le importaban no la querían ni la querrían nunca por ser o no bonita, delgada, con piernas largas o por tener el pelo oscuro y ondulado. No era como la mayoría de las chicas de su edad. Los chicos, tampoco se le dieron nunca bien. Tímida, vergonzosa y nada segura de si misma, no se atrevía a ser rechazada. Sólo quiso a uno, y aunque deseaba sentirse querida de nuevo por alguien que no fuera de su familia o de sus amigos, decidió no volver a atreverse para no volver a sufrir.
Esta es la historia de una joven que nunca valoró todo lo que tenía, aunque sabía sin saberlo que era lo mejor que podía existir en el mundo. A pesar de sus defectos, se consideraba afortunada, pues tenía familia, salud, amigos, inteligencia y por qué no decirlo, no le faltaba dinero. Lo único que no tenía todavía en su vida era el amor, pero era joven, y a sus dieciocho años no le preocupaba demasiado, porque tenía confianza en encontrarlo algún día.
Esta es la historia de una joven que tenía un sueño. Ella quería tener un futuro, y a medida que éste se acercaba, veía que no era como quería que fuese, como el que siempre había deseado. Una noche, lloraba mientras dormía, y soñó con Él. Alcanzar su más deseado sueño estaba a tan sólo una palabra de distancia. Ya casi podía palparlo. En el momento en que ella dijera “sí”, se haría realidad. Sin pensar y dejándose llevar por la ambición, articuló la palabra que la condenaría. Al despertarse, sobresaltada y bañada en un sudor frío decidió tomar una ducha e intentó convencerse de que lo que había soñado la noche anterior se había quedado allí, entre las sábanas.
Esta es la historia de una joven cuyo sueño la traicionó. A partir de esa noche, todo cambió y ella jamás volvió a ser la joven dulce que regalaba sonrisas. Se dedicó plenamente a la realización de su sueño y aunque quería atender a los suyos, ellos la rechazaban porque ahora era fría, arisca, falsa y no tenía tiempo para ellos. Ya no quedaba nada más que una vulgar imitación de la joven que un día fue y que todos habían querido.
Esta es la historia de una joven que renunció a todo cuanto tenía por su sueño. Lo dejó todo. Lo abandonó todo. Soñar es bueno, pero es peligroso. Ella quería ver cumplido su mayor deseo, y ahora estaba sola. Si alguna vez fue feliz, ya no se acordaba de ello.
Esta es la historia de una joven que pactó con Él y le ofreció su vida entera a cambio de su sueño. Esta es la historia de una joven que se quedó con nada y fue condenada por aceptar un trato que jamás debió aceptar. Esta es la historia de una joven que está escribiendo su última carta y que espera a que Él venga a buscar lo último que le queda, su alma.
Esta es la historia de una joven que aunque no se valoraba lo suficiente, los demás lo hacían por ella y esperaban mucho –quizás demasiado- de su parte. Atenta, escuchaba las preocupaciones de cualquiera que necesitara ser escuchado y conseguía dibujarle una sonrisa con bastante facilidad. Sabía de antemano que no era perfecta ni mucho menos, pero conseguir la sonrisa de alguien hacía que se sintiese especial.
Esta es la historia de una joven que nunca se gustó a si misma, pero sabía que las personas que le importaban no la querían ni la querrían nunca por ser o no bonita, delgada, con piernas largas o por tener el pelo oscuro y ondulado. No era como la mayoría de las chicas de su edad. Los chicos, tampoco se le dieron nunca bien. Tímida, vergonzosa y nada segura de si misma, no se atrevía a ser rechazada. Sólo quiso a uno, y aunque deseaba sentirse querida de nuevo por alguien que no fuera de su familia o de sus amigos, decidió no volver a atreverse para no volver a sufrir.
Esta es la historia de una joven que nunca valoró todo lo que tenía, aunque sabía sin saberlo que era lo mejor que podía existir en el mundo. A pesar de sus defectos, se consideraba afortunada, pues tenía familia, salud, amigos, inteligencia y por qué no decirlo, no le faltaba dinero. Lo único que no tenía todavía en su vida era el amor, pero era joven, y a sus dieciocho años no le preocupaba demasiado, porque tenía confianza en encontrarlo algún día.
Esta es la historia de una joven que tenía un sueño. Ella quería tener un futuro, y a medida que éste se acercaba, veía que no era como quería que fuese, como el que siempre había deseado. Una noche, lloraba mientras dormía, y soñó con Él. Alcanzar su más deseado sueño estaba a tan sólo una palabra de distancia. Ya casi podía palparlo. En el momento en que ella dijera “sí”, se haría realidad. Sin pensar y dejándose llevar por la ambición, articuló la palabra que la condenaría. Al despertarse, sobresaltada y bañada en un sudor frío decidió tomar una ducha e intentó convencerse de que lo que había soñado la noche anterior se había quedado allí, entre las sábanas.
Esta es la historia de una joven cuyo sueño la traicionó. A partir de esa noche, todo cambió y ella jamás volvió a ser la joven dulce que regalaba sonrisas. Se dedicó plenamente a la realización de su sueño y aunque quería atender a los suyos, ellos la rechazaban porque ahora era fría, arisca, falsa y no tenía tiempo para ellos. Ya no quedaba nada más que una vulgar imitación de la joven que un día fue y que todos habían querido.
Esta es la historia de una joven que renunció a todo cuanto tenía por su sueño. Lo dejó todo. Lo abandonó todo. Soñar es bueno, pero es peligroso. Ella quería ver cumplido su mayor deseo, y ahora estaba sola. Si alguna vez fue feliz, ya no se acordaba de ello.
Esta es la historia de una joven que pactó con Él y le ofreció su vida entera a cambio de su sueño. Esta es la historia de una joven que se quedó con nada y fue condenada por aceptar un trato que jamás debió aceptar. Esta es la historia de una joven que está escribiendo su última carta y que espera a que Él venga a buscar lo último que le queda, su alma.
Lara.*
dilluns, 29 d’octubre del 2007
Estimat Ícar...(3a part)
...
Ícar, Ícar, fill meu...Els desitjos són possibles, però cal ser molt pacient, i també disciplinat. No podem esperar que totes les coses es resolguin de sobte i sense haver-hi posat el màxim de nosaltres per solucionar-les. I si no tenen solució, no val la pena amoïnar-s'hi, perquè de totes maneres l'esforç no servirà per a res.
La solitud és una bona companya...si la sabem dominar. Comparteix la teva amb la dels que et necessitem, que som molts. Potser així sabrà quan és el moment de deixar-te sortir de la teva eterna cambra perquè puguis volar un cop més amb les ales de cera que jo mateix vaig fer un dia per a tu.
I quan puguis sortir del teu propi malson, vine a visitar-me. Seré on sempre he estat, esperant les teves paraules, ara ja no mots tristos, sinó autèntiques paraules de confiança en un futur que ja és ben teu.
I quan ho hagis aconseguit, rodaràs un cop més amb la teva desitjada aigua, riu enllà, observant les pales del molí cada cop més lluny, enrere...
Tots, en certa forma, estem sols en el nostre món. Però en compartim un altre que també val molt la pena. Enlaira't i el veuràs: és ple de motius per llevar-te l'endemà amb unes noves ganes de viure.
Teu per sempre,
Dèdal
Ícar, Ícar, fill meu...Els desitjos són possibles, però cal ser molt pacient, i també disciplinat. No podem esperar que totes les coses es resolguin de sobte i sense haver-hi posat el màxim de nosaltres per solucionar-les. I si no tenen solució, no val la pena amoïnar-s'hi, perquè de totes maneres l'esforç no servirà per a res.
La solitud és una bona companya...si la sabem dominar. Comparteix la teva amb la dels que et necessitem, que som molts. Potser així sabrà quan és el moment de deixar-te sortir de la teva eterna cambra perquè puguis volar un cop més amb les ales de cera que jo mateix vaig fer un dia per a tu.
I quan puguis sortir del teu propi malson, vine a visitar-me. Seré on sempre he estat, esperant les teves paraules, ara ja no mots tristos, sinó autèntiques paraules de confiança en un futur que ja és ben teu.
I quan ho hagis aconseguit, rodaràs un cop més amb la teva desitjada aigua, riu enllà, observant les pales del molí cada cop més lluny, enrere...
Tots, en certa forma, estem sols en el nostre món. Però en compartim un altre que també val molt la pena. Enlaira't i el veuràs: és ple de motius per llevar-te l'endemà amb unes noves ganes de viure.
Teu per sempre,
Dèdal
divendres, 26 d’octubre del 2007
Estimat Ícar... (2a part)
...També em parles dels mals records que et porta la lluna, sense tenir en compte que és la porta de la nit, d'aquest ampli tendal farcit de foradets, que ens recorda que, a l'altra banda, tot és llum del dia. Un dia que, demà mateix, ens recordarà que val la pena haver passat per aquesta història de foscor que semblava interminable.
I és que, fill meu, totes les coses, fins i tot les que semblen eternes, tenen un final. I, si són històries desagradables, el final sempre arriba com un raig de sol a la cara, com una ventada fresca de garbí, com una gota d'aigua del rierol que tant desitges.
Recorda-te'n, de quan vaig fabricar per a tu les ales que et donarien la llibertat per viatjar arreu. Vas tastar el plaer de no tenir cadenes que et lliguessin. Però vas oblidar que la llibertat té un límit. Volies arribar a l'infinit, però més enllà sempre hi ha la realitat, la de cada dia, que hem d'assumir per no perdre el nostre paper aquí, entre la gent que ens necessita...
I és que, fill meu, totes les coses, fins i tot les que semblen eternes, tenen un final. I, si són històries desagradables, el final sempre arriba com un raig de sol a la cara, com una ventada fresca de garbí, com una gota d'aigua del rierol que tant desitges.
Recorda-te'n, de quan vaig fabricar per a tu les ales que et donarien la llibertat per viatjar arreu. Vas tastar el plaer de no tenir cadenes que et lliguessin. Però vas oblidar que la llibertat té un límit. Volies arribar a l'infinit, però més enllà sempre hi ha la realitat, la de cada dia, que hem d'assumir per no perdre el nostre paper aquí, entre la gent que ens necessita...
dimecres, 24 d’octubre del 2007
Estimat Ícar...
M'he alegrat molt de rebre la teva lletra després de tants anys de no saber res de tu. Bé, de no saber-ho a través teu directament, perquè sí que és veritat que m'han anat arribant notícies disperses sobre les teves aventures.
Sovint he temut que no estiguessis prou lluny com per no recordar-te dels que encara t'esperem. Però l'altre dia, divendres passat, a la nit, vaig entendre que encara et sents força a prop dels que t'estimem.
Però, ai! La teva carta transmet un missatge trist. L'he rellegit diverses vegades per estar segur que era teva, i finalment he descobert que, entremig de les paraules, s'hi amaga un cert to d'esperança. Sí, potser no t'ho creuràs, però estic convençut que hi ha un desig de trobar la sortida, i el camí és força evident.
Em parles de la solitud de la teva cambra. Tots la hi tenim. Fins i tot els que estem envoltats de gent, gent que ens estima i gent que ens costa d'estimar, ens sentim sols dins la nostra estança particular. I aquesta solitud forma part de la sortida que et deia abans. Es tracta, ni més ni menys, que d'ajuntar tres o quatre solituds com la teva i veure que no és tan difícil de compartir-les...
Sovint he temut que no estiguessis prou lluny com per no recordar-te dels que encara t'esperem. Però l'altre dia, divendres passat, a la nit, vaig entendre que encara et sents força a prop dels que t'estimem.
Però, ai! La teva carta transmet un missatge trist. L'he rellegit diverses vegades per estar segur que era teva, i finalment he descobert que, entremig de les paraules, s'hi amaga un cert to d'esperança. Sí, potser no t'ho creuràs, però estic convençut que hi ha un desig de trobar la sortida, i el camí és força evident.
Em parles de la solitud de la teva cambra. Tots la hi tenim. Fins i tot els que estem envoltats de gent, gent que ens estima i gent que ens costa d'estimar, ens sentim sols dins la nostra estança particular. I aquesta solitud forma part de la sortida que et deia abans. Es tracta, ni més ni menys, que d'ajuntar tres o quatre solituds com la teva i veure que no és tan difícil de compartir-les...
dimarts, 23 d’octubre del 2007
Primavera...Pètals de violeta
Els inicis de primavera van estar plens d'il·lusions, d'il·lusions que van desparèixer. El meu cor, tancat pel que havia passat, s'anava obrint a poc a poc i s'anava omplint de bellesa.
De nou, estirats en un camp d'harmonia, les seves carícies tornaven a seguir el meu cos i alhora el meu pensament s'acabava de convèncer més, i alhora el meu pensament acabava d'arrodonir el que passava.
Realment, no sabia què estava passant perquè sabia que després sentiria nostàlgia, sentiria una enorme nostalgia que provocaria una certa tristesa en mi. I el que tampoc no sabia és que tot el que passà al llarg de la primavera no va significar res perquè, de mica en mica, els pètals de les tulipes anaven caient, i de mica en mica els de les violetes anaven naixent i és que sí que era bonic estimar, però no compensava el dolor que provocava. Em vaig adonar que tots els intents d'estimar estaven condemnats al fracàs.
De nou, estirats en un camp d'harmonia, les seves carícies tornaven a seguir el meu cos i alhora el meu pensament s'acabava de convèncer més, i alhora el meu pensament acabava d'arrodonir el que passava.
Realment, no sabia què estava passant perquè sabia que després sentiria nostàlgia, sentiria una enorme nostalgia que provocaria una certa tristesa en mi. I el que tampoc no sabia és que tot el que passà al llarg de la primavera no va significar res perquè, de mica en mica, els pètals de les tulipes anaven caient, i de mica en mica els de les violetes anaven naixent i és que sí que era bonic estimar, però no compensava el dolor que provocava. Em vaig adonar que tots els intents d'estimar estaven condemnats al fracàs.
dilluns, 22 d’octubre del 2007
Hivern...Foc d'hivern
Millor seria guardar l'hivern en una caixa que no pogués sortir mai més del meu cap, guardar l'hivern en una caixa i tancar-la bé; però del meu cap sempre surt aquell record que mai no vol quedar-se allí, aquell mal record. Aquell record que va fer un forat en la meva ànima.
El record del meu hivern va crear un sentiment ple de nostàlgia, un sentiment que anava ferint el meu cor de mica en mica i del qual anava sortint aquella sang tan calenta que provocava ràbia i dolor. Va ser el sentiment que em va fer perdre el sentit de la meva vida; el sentiment que omplia de llàgrimes el meu rostre; el sentiment que es tancava en mi i no podia sortir i no es podia oblidar, el sentiment que va crear un desengany en la meva vida, i és que en el seu cor no només hi havia un espai per a mi...però era tan bonic estimar.
El record del meu hivern va crear un sentiment ple de nostàlgia, un sentiment que anava ferint el meu cor de mica en mica i del qual anava sortint aquella sang tan calenta que provocava ràbia i dolor. Va ser el sentiment que em va fer perdre el sentit de la meva vida; el sentiment que omplia de llàgrimes el meu rostre; el sentiment que es tancava en mi i no podia sortir i no es podia oblidar, el sentiment que va crear un desengany en la meva vida, i és que en el seu cor no només hi havia un espai per a mi...però era tan bonic estimar.
divendres, 19 d’octubre del 2007
Tardor...Fulles de codonys
La tardor va ser una estació plena de preciosos moments i per això, el sentiment que recordo és un sentiment ple, era alguna cosa que em duia a l'emoció. El meu cor esclatava per moments i jo no renunciava al que estava passant.
Cada dia el cel es feia fosc més ràpid i els dos enyoràvem aquella claredat. En un bosc d'arbres, cobert de fulles, de fulles grogues ens vam perdre. Estirats al peu d'un arbre, només sentia el seu suau batec. Les seves paraules ressonaven en mi i mentre jo notava els seus cabells acaronant el meu coll, em besà. Un bes on els seus tendres llavis fonien els meus, i llavors vaig sentir-me plena, plena de mi mateixa i plena d'amor,...i és que era tan bonic estimar.
Cada dia el cel es feia fosc més ràpid i els dos enyoràvem aquella claredat. En un bosc d'arbres, cobert de fulles, de fulles grogues ens vam perdre. Estirats al peu d'un arbre, només sentia el seu suau batec. Les seves paraules ressonaven en mi i mentre jo notava els seus cabells acaronant el meu coll, em besà. Un bes on els seus tendres llavis fonien els meus, i llavors vaig sentir-me plena, plena de mi mateixa i plena d'amor,...i és que era tan bonic estimar.
dijous, 18 d’octubre del 2007
Estiu...Mar de cendres
Recordo l'estiu com un primer sentiment, com un sentiment lliure, com un sentiment amb cura. Petit, agradable, insegur...era un sentiment d'amor.
Durant aquella nit d'estiu, la meva angoixa va crèixer. Era una nit fosca, fosca i humida. Estàvem a la platja i, des d'aquella sorra tan pura i fina només es veia una mar negra, una mar inamovible que marcava l'horitzó gràcies a aquell clar reflex de lluna.
La meva impressió, en entrar a l'aigua, va ser de temor i m'anguniava el fet de no poder veure res. Ell venia darrere meu i l'únic que podia veure era l'ombra del seu cos. El meu cos estava fred i com més m'endinsava al meu mar, aconseguia de tenir-ne més. Per fi em vaig capbussar i en sortir de l'aigua, la meva cara topà amb la seva. Veié el seu cos fred i humit i m'abraçà.
Aquell sentiment despertava i és que mentre el meu cor naixia, la meva raó moria i jo només volia desaparèixer en veure els seus llavis mullats i no poder fer res; en notar els seus braços en mi i no poder fer res, la meva angúnia creixia cada cop més i el meu malestar em conqueria perquè només sentia moments d'impotència, però moments bonics...i és que era tan bell estimar.
Durant aquella nit d'estiu, la meva angoixa va crèixer. Era una nit fosca, fosca i humida. Estàvem a la platja i, des d'aquella sorra tan pura i fina només es veia una mar negra, una mar inamovible que marcava l'horitzó gràcies a aquell clar reflex de lluna.
La meva impressió, en entrar a l'aigua, va ser de temor i m'anguniava el fet de no poder veure res. Ell venia darrere meu i l'únic que podia veure era l'ombra del seu cos. El meu cos estava fred i com més m'endinsava al meu mar, aconseguia de tenir-ne més. Per fi em vaig capbussar i en sortir de l'aigua, la meva cara topà amb la seva. Veié el seu cos fred i humit i m'abraçà.
Aquell sentiment despertava i és que mentre el meu cor naixia, la meva raó moria i jo només volia desaparèixer en veure els seus llavis mullats i no poder fer res; en notar els seus braços en mi i no poder fer res, la meva angúnia creixia cada cop més i el meu malestar em conqueria perquè només sentia moments d'impotència, però moments bonics...i és que era tan bell estimar.
Les quatre estacions
Durant els últims dies de primavera, encara hi havia en mi aquella cosa que tant m'anguniava, aquell sentiment que em consumia i que, d'alguna manera, feia de la meva vida una pèrdua de sentit.
Un diumenge, a l'hora de dinar el meu germà em preguntà.- Quina estació de l'any t'agrada més?
I jo, sense preguntar-me el perquè d'aquella pregunta, li vaig contestar:
- L'estiu. O potser la tardor...no ho sé germà, també va ser bo aquest hivern...O pensant-ho bé, la primavera. No sé, em sembla que no tinc les idees massa clares.
Amb la meva resposta, ell va donar per acabada la conversa; però jo vaig pensar en la meva resposta i hi vaig reflexionar. Realment jo no pensava en ella, sinó en el seu origen; realmnet jo no pensava en l'estiu, o en la tardor...sinó en aquell sentiment que existia.
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